lunes, 16 de febrero de 2015

Nueva Temporada (más incomodidad, menos aprendizaje)


Había pasado un año exactamente de su último encuentro sexual con otra persona, de la acumulación de sus malos hábitos, como comerse las uñas, fumar en el cuarto,  en lugar de ellos, había dedicado la mayor parte de su tiempo a tratar de entender qué era lo que de verdad quería, uno de esos años de autodescubrimiento de mierda donde solo se puede contar con dos cosas, la soledad y la duda.

Hacia un año ya que no vivía en aquel apartamento del naranjal, que no veía a dos de sus mejores amigos porque se habían ido del país, de que se había teñido el cabello para sentirse una persona más segura,  que se peleaba y reconciliaba con la idea de que todos se movían en distintas direcciones y que difícilmente todos coincidirían de nuevo en un mismo lugar y aunque estos hechos significaran un gran cambio en su vida, Carolina Herrera sentía que todo seguía siendo igual y sus miedos seguían apilándose en  los desordenes de su habitación.

El 14 de febrero pasado había pasado una de las noches más extrañas de su vida, saliendo a cenar con el grupo de gente más despreciable que conocía y luego se había acostado con la mitad de aquel grupo sin importarle mucho lo que pudiera pasar con ella y ahora este año, su vida no podía estar más alejada de aquel comportamiento por el que algunas veces sentía una curiosa nostalgia.

 Este año, Carolina decidió quedarse sola en cada,  salir por un muffin en algún café cercano, comérselo acompañado de un café y regresar a casa a escribir, consigue el café que se ve menos invadido de parejas histéricas esperando a que les tomen la orden, se sienta sola en la mesa para esperar a que alguna de las meseras le entregue su orden y empieza a preguntarse  en si el hecho de tener 23 años tiene que ver con que ya no se sienta aterrorizada de comer sola en público, piensa si esos miedos absurdos van desapareciendo con la edad.

Llega su orden, un muffin de zanahoria que bien podría pasar por una torta de cumpleaños pequeña y un café lleno de crema dulce que Carolina succiona con mucha destreza, termina de comer y duda si quedarse un rato más o caminar para pasar la comida, se decide por lo segundo, se levanta camina unos pasos y mientras va respirando profundo para dar el próximo paso escucha su nombre entre la multitud del establecimiento, está muy llena para darse a la fuga con delicadeza, baja la cabeza un poco por la decepción de no poder irse rápido y otro poco para preparar una expresión que no se vea tan forzada, pero no hace falta, porque es Martín.

Martín venía siendo el ex de la prima de su antigua compañera de piso, un bajón en aquella época porque tenía novia, pero ahora no estaba segura, Carolina lo había visto unas tres veces en su vida pero se dio cuenta de que se sentía atraída hacia él después de tener un sueño en el que Martín se la follaba varias veces en distintos lugares de su casa en punto fijo. Ahora lo tenía de frente tratando de tener una conversación casual con ella, que solo puede pensar en el sueño y estaba fascinada por esas cosas que el subconsciente sabe y nos oculta ¿Qué más podía estar ahí dentro que necesitara saber?

 Después de varias propuestas Martín y Carolina acordaron ir por unas cervezas, pero camino al bar Martin saca un porro que quiere fumarse antes de ir por las cervezas, suena a buen plan.  En el bar la conversación fluye como cascada pero hay un problema, Carolina no hace esto desde hace un año y no puede advertir si Martín tiene intenciones de que pase algo o si simplemente va en plan de amigos, varias cervezas después Martín se excusa para ir al baño, pero Carolina también tiene ganas de ir, al pasar 5 minutos Carolina y ver que Martín no vuelve, Carolina sale corriendo al baño a pesar de que Martín no ha vuelto, el bar está oscuro el pasillo para el baño es estrecho y Carolina entra en la primera puerta,  al ver los urinarios se da cuenta de que está en el baño de los hombres,  era algo que le pasaba con regularidad, en otra circunstancia habría salido del baño y fingido que no pasó nada pero si no iba rápido al baño se orinaría encima, entró a un cubículo y se bajó los pantalones y se sentó liberando la carga de su vejiga.  

Al terminar Carolina escucha unos gemidos masculinos que retienen su atención, duda si salir del baño silenciosamente o esperar allí sentada a que cesen los gemidos, pero también está borracha y pegada y no puede contenerse las ganas de mirar, se levanta, se sube cuidadosamente en el escusado, para su sorpresa el hombre que se encuentra en el cubículo es Martín, le da un segundo vistazo para asegurarse de que de verdad sea él, misma ropa, mismo cabello, es él de pronto la tapa del escusado se mueve bruscamente haciendo que Carolina caiga en el suelo del cubículo y se golpea con la puerta  del mismo que se abre por el golpe. Al escuchar el golpe Martín sale de su cubículo y se da cuenta de que Carolina está en el piso riéndose.
“¿Qué estabas haciendo?” Le dice Martín.  “Orinando, no estaba viendo cómo te masturbabas, tranquilo, al principio” le respondió Carolina conteniendo la risa. Luego ambos empezaron a reírse mientras Martín ayudaba a Carolina a levantarse del piso. Caminaron hasta la salida del baño sólo para presenciar que había una pequeña multitud afuera esperándolos para echarlos del bar, Carolina fue a buscar su cartera y la multitud los escoltó hasta la salida. Afuera  caminando por la acera, pasaron varios minutos antes de que alguno se atreviera a decir algo.
“C discúlpame, me debes estar odiando” le dice Martín apenado,
“Nah, no seas tonto, cómo te voy odiar por eso? Aparte tendría que tener como un estado de moral muy alta para decirte algo y no es así, es normal, todos hemos hecho algún tipo de exhibicionismo loco, no se, me parecen muy exageradas las reacciones de la gente que se ofende con algo que no tiene que ver con ellos” 
“A ti te ha pasado?”
“Sip, ah mira yo vivo aquí, creo que hasta aquí llegamos, gracias por la invitación, estuvo divertido todo”
“A mi me queda algo del porro aquí, si quieres lo podemos matar en tu casa”
“No, pero gracias, nos vemos por ahí.”


Esa noche Carolina Herrera entró en su habitación de la av. 10 con Universidad, se puso la pijama, tomó su laptop y se sentó con ella en su silla reclinable y puso a sonar el primer playlist que consiguió después de seleccionar  el tag #inspiring en 8tracks, la música la ayudaba a escribir con rapidez, la noche del 14 de febrero del 2015 Carolina Herrera comenzó a escribir un post en su blog al que decidió llamar Nueva Temporada, en la que hablaba de cómo había sido capaz de rechazar una propuesta a fumar y follar de alguien que sabía, solo se la podría follar placenteramente en sus sueños. 

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