Había pasado un año exactamente de su último encuentro
sexual con otra persona, de la acumulación de sus malos hábitos, como comerse
las uñas, fumar en el cuarto, en lugar
de ellos, había dedicado la mayor parte de su tiempo a tratar de entender qué
era lo que de verdad quería, uno de esos años de autodescubrimiento de mierda
donde solo se puede contar con dos cosas, la soledad y la duda.
Hacia un año ya que no vivía en aquel apartamento del
naranjal, que no veía a dos de sus mejores amigos porque se habían ido del país,
de que se había teñido el cabello para sentirse una persona más segura, que se peleaba y reconciliaba con la idea de
que todos se movían en distintas direcciones y que difícilmente todos
coincidirían de nuevo en un mismo lugar y aunque estos hechos significaran un
gran cambio en su vida, Carolina Herrera sentía que todo seguía siendo igual y
sus miedos seguían apilándose en los
desordenes de su habitación.
El 14 de febrero pasado había pasado una de las noches más
extrañas de su vida, saliendo a cenar con el grupo de gente más despreciable
que conocía y luego se había acostado con la mitad de aquel grupo sin
importarle mucho lo que pudiera pasar con ella y ahora este año, su vida no
podía estar más alejada de aquel comportamiento por el que algunas veces sentía
una curiosa nostalgia.
Este año, Carolina
decidió quedarse sola en cada, salir por
un muffin en algún café cercano, comérselo acompañado de un café y regresar a
casa a escribir, consigue el café que se ve menos invadido de parejas histéricas
esperando a que les tomen la orden, se sienta sola en la mesa para esperar a
que alguna de las meseras le entregue su orden y empieza a preguntarse en si el hecho de tener 23 años tiene que ver
con que ya no se sienta aterrorizada de comer sola en público, piensa si esos
miedos absurdos van desapareciendo con la edad.
Llega su orden, un muffin de zanahoria que bien podría pasar
por una torta de cumpleaños pequeña y un café lleno de crema dulce que Carolina
succiona con mucha destreza, termina de comer y duda si quedarse un rato más o
caminar para pasar la comida, se decide por lo segundo, se levanta camina unos
pasos y mientras va respirando profundo para dar el próximo paso escucha su
nombre entre la multitud del establecimiento, está muy llena para darse a la
fuga con delicadeza, baja la cabeza un poco por la decepción de no poder irse
rápido y otro poco para preparar una expresión que no se vea tan forzada, pero
no hace falta, porque es Martín.
Martín venía siendo el ex de la prima de su antigua
compañera de piso, un bajón en aquella época porque tenía novia, pero ahora no
estaba segura, Carolina lo había visto unas tres veces en su vida pero se dio
cuenta de que se sentía atraída hacia él después de tener un sueño en el que
Martín se la follaba varias veces en distintos lugares de su casa en punto
fijo. Ahora lo tenía de frente tratando de tener una conversación casual con
ella, que solo puede pensar en el sueño y estaba fascinada por esas cosas que
el subconsciente sabe y nos oculta ¿Qué más podía estar ahí dentro que
necesitara saber?
Después de varias
propuestas Martín y Carolina acordaron ir por unas cervezas, pero camino al bar
Martin saca un porro que quiere fumarse antes de ir por las cervezas, suena a buen
plan. En el bar la conversación fluye
como cascada pero hay un problema, Carolina no hace esto desde hace un año y no
puede advertir si Martín tiene intenciones de que pase algo o si simplemente va
en plan de amigos, varias cervezas después Martín se excusa para ir al baño,
pero Carolina también tiene ganas de ir, al pasar 5 minutos Carolina y ver que
Martín no vuelve, Carolina sale corriendo al baño a pesar de que Martín no ha
vuelto, el bar está oscuro el pasillo para el baño es estrecho y Carolina entra
en la primera puerta, al ver los
urinarios se da cuenta de que está en el baño de los hombres, era algo que le pasaba con regularidad, en
otra circunstancia habría salido del baño y fingido que no pasó nada pero si no
iba rápido al baño se orinaría encima, entró a un cubículo y se bajó los
pantalones y se sentó liberando la carga de su vejiga.
Al terminar Carolina escucha unos gemidos masculinos que
retienen su atención, duda si salir del baño silenciosamente o esperar allí
sentada a que cesen los gemidos, pero también está borracha y pegada y no puede
contenerse las ganas de mirar, se levanta, se sube cuidadosamente en el
escusado, para su sorpresa el hombre que se encuentra en el cubículo es Martín,
le da un segundo vistazo para asegurarse de que de verdad sea él, misma ropa,
mismo cabello, es él de pronto la tapa del escusado se mueve bruscamente
haciendo que Carolina caiga en el suelo del cubículo y se golpea con la
puerta del mismo que se abre por el
golpe. Al escuchar el golpe Martín sale de su cubículo y se da cuenta de que Carolina
está en el piso riéndose.
“¿Qué estabas haciendo?” Le dice Martín. “Orinando, no estaba viendo cómo te
masturbabas, tranquilo, al principio” le respondió Carolina conteniendo la
risa. Luego ambos empezaron a reírse mientras Martín ayudaba a Carolina a
levantarse del piso. Caminaron hasta la salida del baño sólo para presenciar
que había una pequeña multitud afuera esperándolos para echarlos del bar,
Carolina fue a buscar su cartera y la multitud los escoltó hasta la salida.
Afuera caminando por la acera, pasaron
varios minutos antes de que alguno se atreviera a decir algo.
“C discúlpame, me debes estar odiando” le dice Martín
apenado,
“Nah, no seas tonto, cómo te voy odiar por eso? Aparte
tendría que tener como un estado de moral muy alta para decirte algo y no es
así, es normal, todos hemos hecho algún tipo de exhibicionismo loco, no se, me
parecen muy exageradas las reacciones de la gente que se ofende con algo que no
tiene que ver con ellos”
“A ti te ha pasado?”
“Sip, ah mira yo vivo aquí, creo que hasta aquí llegamos,
gracias por la invitación, estuvo divertido todo”
“A mi me queda algo del porro aquí, si quieres lo podemos
matar en tu casa”
“No, pero gracias, nos vemos por ahí.”
Esa noche Carolina Herrera entró en su habitación de la av.
10 con Universidad, se puso la pijama, tomó su laptop y se sentó con ella en su
silla reclinable y puso a sonar el primer playlist que consiguió después de
seleccionar el tag #inspiring en
8tracks, la música la ayudaba a escribir con rapidez, la noche del 14 de
febrero del 2015 Carolina Herrera comenzó a escribir un post en su blog al que
decidió llamar Nueva Temporada, en la que hablaba de cómo había sido capaz de
rechazar una propuesta a fumar y follar de alguien que sabía, solo se la podría
follar placenteramente en sus sueños.
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