Marzo ha sido un mes accidentado y yo he ido al volante

Otro mes dentro de otro año, dentro de una decena de años en los que las palabras novio, relación y amor se vuelven más improbables y me da miedo, me da miedo no saber nunca qué pude haber hecho estando con alguien, me da miedo seguir creando estas imágenes en mi cabeza y sobre todo, me da miedo comprobar que no soy lo suficientemente fuerte para pasar el resto de mi vida en soledad.

Aunque en todos los meses encuentro un poco de caos, en marzo me equivoco más, en marzo lloro más, en marzo extraño más, porque fue en marzo cuando lo empecé a perder, cuando  sentí su último abrazo, en marzo todos en la casa nos acordamos de aquella vez en la que nuestras vidas se detuvieron por 16 días y terminó todo en muerte. Es en marzo cuando su lugar se siente más vacío que nunca, es en marzo cuando pienso que si comparto el cumpleaños con la poesía es porque las dos estamos igual de malditas.

Es en este mes accidentado cuando he decidido que las cartas a amantes imaginarios no son suficientes, que los poemas a medias tampoco lo son y que debo empezar a escribir el libro que lleva años gestándose en mi cabeza y en los cuadernos de composición, lleno una hoja en Word con preguntas, lleno una hoja de papel con nombres y  lleno tambiém mi cabeza de más inseguridades y pienso que nada de lo que escriba será lo suficientemente digno de la alt lit.